A diario, recibo alumnos de diferentes niveles –secundario, terciario, universitario- y de diversas carreras –profesorados, licenciaturas, doctorados-. Asimismo, cada uno de ellos cuenta con experiencias e intereses distintos.
Todos los alumnos tienen el fin de dar bien un examen o pasar de año, pero no todos tienen el objetivo de aprender cuando deciden tomar clases particulares. Es así que las clases no son abordadas de la misma forma para todos ellos.
De esta manera, lo que hago es preguntarme cuál es su meta e involucrarme con sus intereses, como también tener en cuenta sus conocimientos previos, para que la clase sea atractiva y significativa para cada individuo.
Lo que tienen en común las clases es que utilizo siempre ejemplos claros y aplicación en la vida cotidiana de los conceptos trabajados, para hacerles más sencilla la adquisición de conocimientos… lo que en pedagogía se llama transposición didáctica.
Sin embargo, la metodología de trabajo va variando de acuerdo a los requerimientos, saberes previos e intereses de cada alumno, teniendo en cuenta sus posibilidades de trabajo y su nivel de aprendizaje.
Las clases personalizadas son importantes, porque se considera a cada alumno como un ser único; entonces, trato de enfatizar en sus fortalezas –que, en muchos casos, están ocultas- y de encontrar una solución a sus limitaciones. De esta manera, el alumno adquiere conocimientos, comprende y logra un aprendizaje integral que le permita seguir avanzando en el estudio.
Prof. Jimena Trippano.
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